Los poemas aquí reunidos son un conjuro, y es imposible conocer, a ciencia cierta, qué es lo que se invoca. Nos encontramos frente a una rara avis, un libro de poemas que no termina de manifestar su forma por el goce a permanecer en las tinieblas. Ofrece, eso sí, algunas pistas: olores, sonidos y texturas develan de a poco su terrible apariencia, estremeciendo al lector. Las palabras e imágenes finamente entretejidas, por Elena Jazmine, se revelan como un recordatorio perturbador de la misma existencia y de lo que hay al final: una pesadilla extendida hasta el infinito. Esta colección de poemas también son un delirio, un sueño en la confusión de los sentidos, tan parecido a la locura que, para no desfallecer, nos procura el deleite del placer erótico. Dijo Bataille: “la extrema seducción colinda, probablemente, con el horror”.
—Karla Gasca