Malebrán pareciera decir: recorre estos sinuosos caminos, bordea el descampado, asómate a la escombrera, mas no intentes atar cabos, menos lanzar bengalas para aclarar o señalar tu ubicación. Será en vano. Deja la brújula en casa, porque acá, quizás —sólo quizás— lo único que te sea útil sea la pata de un conejo en el bolsillo para no desesperar. Pero ¿a qué desesperar? Eriazo como texto limÃtrofe, cuya condición de legibilidad está dada por la fuerza arrolladora de sus imágenes y el atrevimiento de un lector que, voluntariamente, arriesga el pellejo, allà donde no hay palabra que valga. Llegar, partir, regresar: todos verbos intercambiables, que en el descampado interminable no sirven. Eriazo es una poética.
—Juan José Podestá